
Por Eddy Montás
El sur de la República Dominicana, históricamente postergado en materia de inversión y desarrollo, está ante la posibilidad de una transformación profunda. El Proyecto Ruta Azul, concebido bajo el liderazgo de la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (EGEHID) y el impulso visionario de su administrador general, Rafael Salazar, con el acompañamiento técnico de la Fundación Metrópoli presidida por el urbanista español Dr. Alfonso Vegara, busca articular en un solo plan lo que durante años fueron esfuerzos dispersos.
No se trata únicamente de levantar carreteras o puentes; la Ruta Azul es un corredor estratégico que conecta diez provincias —desde San Cristóbal hasta Pedernales— integrando infraestructura, modernización agrícola, turismo sostenible y políticas ambientales. El diseño del proyecto no se hizo a puerta cerrada: participaron autoridades locales, congresistas, ministerios clave como Obras Públicas, Agricultura, Turismo y Medio Ambiente, así como organizaciones comunitarias, productores, empresarios y académicos. Ese trabajo colectivo ha permitido que la propuesta responda a necesidades reales y no a agendas aisladas.
La Ruta Azul coloca a la agricultura en el centro de la estrategia, con planes para tecnificar cultivos, modernizar sistemas de riego, industrializar la producción y abrir canales de exportación. Esto, sumado a carreteras estratégicas, circunvalaciones y trenes de carga, permitirá que los productos del sur lleguen más rápido y con menores costos a los mercados nacionales e internacionales. Al mismo tiempo, el proyecto contempla zonas logísticas multimodales y polos agroindustriales que podrían cambiar la matriz económica de la región.
Pero el impacto va más allá de lo productivo. El plan incluye hospitales, centros educativos, electrificaciónón rural, proyectos habitacionales, recuperación de cuencas, eco-ciudades y circuitos ecoturísticos. La combinación de estos elementos no solo dinamizará la economía, sino que mejorará la calidad de vida de cientos de miles de personas, reducirá la migración forzada y hará del sur un territorio más resiliente frente al cambio climático.
Para Rafael Salazar, la Ruta Azul no es un proyecto de coyuntura, sino una visión de país que debe trascender gobiernos y convertirse en política de Estado. Si logra sostenerse en el tiempo, el sur dejará de ser una periferia económica para convertirse en uno de los motores de crecimiento de la República Dominicana, demostrando que cuando hay liderazgo, planificación y compromiso colectivo, las regiones históricamente olvidadas pueden convertirse en ejes estratégicos de desarrollo.




